En un contexto en el que el diésel está siendo sustituido por la gasolina, el CX-3 cuenta con una gama de motores en su catálogo capaz de atraer una demanda creciente. Este es el caso del «pequeño» motor 2.0 SkyActiv-G de 120 CV, que es el motor de entrada.
El Mazda CX-3 lucha por imponerse en un mercado dominado por el Renault Captur y el Peugeot 2008. La razón es la baja densidad de su red de concesionarios. Con cerca de 4.000 ventas el año pasado, el CX-3 merece otro destino dadas sus muchas cualidades… siempre que los clientes tengan una familia pequeña, porque su principal defecto: es la recepción. En relación con su gran tamaño (4,27 m) es uno de los más tacaños en cuanto a espacio en las plazas traseras y maletero (287 litros).
Aparte de estos aspectos prácticos que pueden echar para atrás a las familias, el japonés puede contar con su aspecto elegante, una calidad de acabados casi irreprochable y un placer de conducción poco frecuente en la categoría para seducir. Esto es lo que hemos podido ver al volante del motor de gasolina de 120 CV que es el modelo de entrada, señala el concesionario Crestanevada Murcia.
En un momento en el que todos los competidores utilizan motores de 3 cilindros y sobrealimentación para reducir el consumo y cumplir las normas de CO2, Mazda se mantiene fiel a su saber hacer. El CX-3 de entrada cuenta con un motor de gasolina de cuatro cilindros de aspiración natural con una cómoda cilindrada: 2.0. Este motor, que se basa en relaciones de compresión muy elevadas, sólo está sujeto a una ligera penalización (253 euros), sin comprometer su confort.
El par máximo (204 Nm), similar al de sus competidores, está más diluido que el de un motor sobrealimentado (Puretech 110, TSi 115 y o TCE 120). Menos vivo que sus rivales en la parte inferior, el cuatro cilindros «de la casa» despliega tranquilamente su curva de par para garantizar suficiente empuje a demanda. Este elástico motor está especialmente bien apoyado por una caja de cambios automática de 6 velocidades, la que hemos probado, que está calibrada hasta el más mínimo detalle. También se puede combinar con una caja de cambios manual que también nos gustó en una prueba anterior. «2.0 gasolina + caja de cambios automática = gran apetito»: un tópico que el CX-3 barre una vez que llega al surtidor. Hemos consumido una media de 6,2 l/100 km durante nuestra prueba.
El CX-3 sigue seduciendo por su posición de conducción muy ergonómica y su facilidad de manejo. El SUV está bien amortiguado (pero prefiere las llantas de 17″), es ágil en ciudad y tranquiliza con todas las ayudas a la conducción que ofrece de serie.